Es importante el registro de la memoria para ver aquello que en la realidad del momento presente –nuestra única alternativa- se reproduce una y otra vez.
En las líneas de abajo recordamos –para hacer ejercicio de la memoria- que cuando Bertrand Russell fue elegido profesor de la Universidad de Nueva York, el obispo Manning, de la Iglesia Episcopal Protestante, envió una carta de repulsa a todos los periódicos neoyorquinos, denunciando a la Junta por elegir a un "reconocido propagandista contra la religión y la moral, y que defiende especialmente el adulterio". Braulio Hernández Martínez, en Tres Cantos (Madrid), nos recuerda cuando a Russell lo acusaron de "comunista" simplemente porque su forma de pensar ofendía a "el sistema" religioso establecido... ese que siempre se reproduce en el tiempo... apenas uno mira hacia otro lado.
ADEMAS HOY EL AGRAVANTE ES LA EXTRAORDINARIA PROPAGACION DEL "VIRUS MENTAL" QUE ALGUNA VEZ ENFERMÓ A LA HUMANIDAD DE "SANTA INQUISICION"... DE "TOTALITARIOS NAZIONALES"... DE ODIOS VARIADOS... QUE NO HAN DESAPARECIDO Y QUE SOLO VAN MUTANDO CON EL TIEMPO.
OJO: EL MEJOR ATÍDOTO ES TENER MEMORIA HISTORICA.
CUIDEMONOS QUE HAY MUCHO DE ESTOS VIRUS EN LA CALLE Y PARECEN QUE QUIEREN RETORNAR ¿SI?
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Una campaña de intimidación contra el profesor (Bertrand Russell), se desató en las revistas eclesiásticas, en los periódicos de Hearst y en muchos políticos católicos: aquella elección del "profesor de paganismo", lo consideraban "un insulto brutal a todos lo estadounidense viejos y verdaderos".
El semanario jesuita, América, lo tildaba de "reseco, divorciado y
decadente abogado de la promiscuidad". Para más Inri, a Russell lo
acusaron de "comunista". La Junta que lo eligió por unanimidad tuvo que
hacer una segunda votación, y Russell salió de nuevo elegido. Pero de
nada le sirvieron los apoyos del mundo de la ciencia, incluso de
eclesiásticos más liberales: la querella de una dama provocó que el juez
revocara aquel nombramiento. Los motivos que dictaminaron la sentencia
fueron que Russell "era extranjero", "no había pasado por un examen de
competencia", y "sus enseñanzas eran notoriamente inmorales".
Un hito importante del cristianismo es cuando Pablo de Tarso predicó a
los atenienses en el Areópago. Recientemente comenzó a exhibirse en las
salas de cine "Ágora", de Alejandro Amenábar, una crítica a los
fundamentalismos religiosos, en este caso sobre la intransigencia de los
cristianos del siglo IV, cuando el cristianismo ya gozaba de las
prebendas de ser la religión oficial del Imperio.
Russell recuerda que "en toda época, desde la de Constantino hasta
finales del siglo XVII, los cristianos fueron mucho más perseguidos por
otros cristianos de lo que lo fueron por los emperadores romanos. Antes
del cristianismo esta actitud de persecución era desconocida en el viejo
mundo, excepto entre los judíos". Hace poco el colectivo católico Redes
Cristianas denunciaba como "chantaje" la censura impuesta por Roma al
teólogo jesuita Juan Masiá.
En su libro "Por qué no soy cristiano y otros ensayos", Russell, Nóbel
de Literatura en 1950, dice que las grandes religiones son un freno para
el conocimiento, y en buena parte las responsables de tantas guerras, y
sistemas de opresión y miseria. Agnóstico convencido, y pacifista
comprometido, Russell reconoce ciertos valores del cristianismo, como la
pobreza evangélica, aunque, recuerda: "unos franciscanos la pusieron en
marcha, pero el Papa la condenó como herética".
A pesar de que veía contradicciones en los textos evangélicos, "las
enseñanzas de Cristo, tal como aparecen en éstos, han tenido muy poco
que ver con la ética de los cristianos". Crítico indomable y opositor a
la carrera armamentística nuclear y a la violencia, presidió el llamado
Tribunal Russell, no estatal, que juzgó los crímenes de guerra de
Vietnam.
El 27 de octubre es el aniversario de Miguel Servet, médico y teólogo
aragonés, quemado vivo en 1553, junto a su manuscrito y su libro, en la
plaza Champell de Ginebra: era el primer mártir "hereje" a manos del
protestantismo. Fue por sostener opiniones teológicas diferentes a las
de Calvino.
Parecía impensable que, con el derecho a la libertad de conciencia, uno
de los pilares de la Reforma, pudiera surgir, en la otra orilla, otra
nueva Inquisición. A Servet lo quemaron dos veces. Primero en Roma, tras huir de sus cárceles (se sospecha que detrás de aquella denuncia podría estar el propio Calvino): quemaron su efigie, junto a sus libros.
Después en Ginebra. "Perseguir con las armas a los que son expulsados de a Iglesia y negarles los derechos humanos es anticristiano", había
escrito Calvino, entonces un perseguido, antes de instaurar en Ginebra,
donde se refugió, su "dictadura espiritual". El 17 de febrero de 1600 en
la Plaza Campo de Fiori de Roma sería quemado el dominico Giordano Bruno or negarse a retractarse de sus convicciones científicas.
Russell reconocía que el cristianismo de su época era menos tajante.
Pero "toda su moderación y racionalismo se debe a los hombres que en su
tiempo fueron perseguidos", es decir: "a las generaciones de
librepensadores que, desde el Renacimiento hasta el día de hoy, han
conseguido avergonzar a los cristianos de muchas de sus creencias
tradicionales". Cita los casos de Galileo, de Darwin, de Freud…
combatidos por los cristianos ortodoxos. Y menciona el de una carta del
papa Gregorio el Grande a un obispo, que comenzaba así: "Nos ha llegado l informe, que no podemos mencionar sin rubor, de que enseñáis la ramática a ciertos amigos". El obispo, recuerda Russell, fue obligado a
desistir de tan perniciosa labor.
No podemos recordar el "asesinato piadoso" de Servet, sin hacer justicia
a la vez a Sebastián Castellio: el único que se atrevió a levantar la
voz denunciando a su "verdugo moral". Su frase: "Matar a un hombre no es defender una doctrina, es matar a un hombre", hacen de este humanista
-para algunos, el más ilustre de su época-, un profeta y apóstol de la
tolerancia. (*) Castellio, que no quiso someterse al yugo de la
Inquisición romana, no tuvo la mano protectora de ningún príncipe o alto
dignatario, para su defensa, como la tuvieron Erasmo o Lutero.
Castellio, gran biblista, sabe que la Biblia habla de los ateos o
paganos, pero no de los herejes. Por tanto: "un hereje es aquel creyente
que no piensa como yo (…) todas las sectas edifican sus religiones sobre
la palabra de Dios y todas consideran la suya como cierta". Sabe que, si
él calla, otros mil Servet irán a la hoguera detrás. Su escrito Contra
libellum Calvini se convierte en el "yo acuso" de su época.
A Castellio le tienden trampas, pasquines anónimos, atroces insultos,
libelos difamatorios, como Calumniae nebulonis cujusdam: "este libelo
difamatorio de Calvino puede servir como uno de los más memorables
ejemplos de hasta qué punto la furia partidista puede envilecer el
espíritu de un hombre elevado" dice Stefan Zweig, exiliado a causa del
nazismo, en su espléndido ensayo, una referencia contra la intolerancia,
"Castellio contra Calvino. Conciencia contra Violencia". Lo escribió en
1936, coincidiendo con nuestra Guerra Civil, justificada como cruzada.
Un libro que "supuso para muchos una voz de aliento contra el nazismo en un momento decisivo".
De modo" providencial", Castellio murió, repentinamente, el 29 de
diciembre de 1563, a los cuarenta y ocho años, en la más extrema
pobreza: sus amigos tuvieron que pagar el ataúd y pequeñas deudas.
Acusado de ser cómplice y cabecilla de las más salvajes herejías, murió
"escapando de las garras de sus enemigos con la ayuda de Dios" confiesa
un amigo.
"Desde el punto de vista del espíritu, escribe Stefan Zweig, las
palabras victoria¨ y ¨derrota¨ adquieren un significado distinto. Y por
eso es necesario recordar una y otra vez al mundo, un mundo que sólo ve
los monumentos de los vencedores, que quienes construyen sus dominios
sobre las tumbas y las existencias destrozadas de millones de seres no
son los verdaderos héroes, sino aquellos otros que sin recurrir a la
fuerza sucumbieron frente al poder, como Castellio frente a Calvino en
su lucha por la libertad de conciencia y por el definitivo advenimiento
de la humanidad a la tierra". De Beze, el sucesor de Calvino, dirá que
la libertad de conciencia es una doctrina del diablo ("Libertas
conscientiae diabolicum dogma").
"Afirmo deliberadamente, dice B. Russell, que la iglesia cristiana, tal
como está organizada en iglesias, ha sido, y es aún, la principal
enemiga del progreso moral de mundo". Cita, tomándolas al pie de la
letra, sin someterlas a exégesis, algunas frases "contradictorias" de la
Biblia, y del mismo Jesús. Sin embargo, Jesús era el profeta de la
compasión: no condenaba, tampoco callaba; y siempre marcó distancias con los "sindicatos religiosos" de los hombres de la religión.
Una mujer, agnóstica, de origen musulmán, que sufrió la violencia contra
su familia, reconoce que "Jesús es el profeta más coherente". Jesús fue
puesto contra las cuerdas tanto por los sumos sacerdotes o los fariseos
como por los celotes. No es previsible que él saliera hoy a la calle con
una pancarta o una bandera, presionando al Gobierno para que su "moral"
impregnara el Boletín Oficial, obligando a todos los ciudadanos.
Cuando, en abril de 2008, Benedicto XVI viajó a EE.UU. y su avión
aterrizó en una base militar, el Pontífice fue agasajado con 21 salvas
de cañón: "los cumpleaños se celebran entre amigos", le dijo el
presidente Bush. Kathleen Battle, famosa soprano, cantó el Padrenuestro.
Poco después, el 13 de junio, Benedicto XVI fue su anfitrión. En "un
encuentro inédito, sin precedentes", lo recibió en los jardines
vaticanos con los brazos abiertos: "gracias, qué honor, qué honor".
El Papa quiso agradecer al Sr. Bush su férrea defensa de los "valores
morales y fundamentales". Marvin Olasky, uno de los consejeros de Bush, había dicho en una ocasión que "La invasión estadounidense de Irak creará nuevas y excitantes posibilidades de convertir a los musulmanes". (Casi todos hablan con Dios en Estados Unidos, artículo de Emilio Menéndez del Valle, embajador; El País, 26/05/08).
También Joseph E. Stiglitz, premio Nóbel de Economía, declaró en su día
que la Guerra de Irak es "una guerra que no ha tenido más que dos
vencedores: las compañías petrolíferas y los contratistas de defensa".
La guerra de Irak, impulsada por el ex presidente Bush, arropado por los
presidentes T. Blair y J. M. Aznar, el trío de las Azores: los mismos
que reclaman las raíces cristianas de Europa, ha dejado muchos miles de
víctimas, muchísimas de ellas inocentes.
Braulio Hernández Martínez - Tres Cantos (Madrid).
(*) El mosquito contra el elefante. Eclesalia 8/11/07).