Una escritora original con una vida casi secreta
Nació el 28 de julio de 1903 en Buenos Aires y falleció en la misma ciudad el 15 de diciembre de 1993.
Sus padres fueron -como suele decirse- Manuel Silvio Ocampo y Ramona Máxima Aguirre. Ambos pertenecían a familias tradicionales de la sociedad argentina.
María Esther Vázquez escribió en "La memoria y los días" que ellos "rodearon a sus seis hijas de cariño y de respeto, les dieron una esmerada educación sin dejar de pertenecer a la categoría rígida de victorianos decimonónicos: una mujer soltera no debe pasear ni salir sola a la calle; hablar por teléfono con el novio no era bien visto, cartearse con él estaba prohibido; fumar, un delirio; pintarse los labios, indecoroso; el tango, un baile de prostíbulo; elegir la profesión de actriz significaba ir contra la moral pública.
No parecía mal que una mujer se dedicara a escribir, pero publicar esas creaciones dañaban la reputación de una señora decente, lo más aconsejable parecía, si se llegaba a editar la obra, adoptar un seudónimo masculino (César Duayén, ocultaba, en la época del nacimiento de las Ocampo, a Emma de la Barra, verdadero ‘best seller’ con su novela ‘Stella’)"
Lo cierto es que las rígidas normas que rigieron la niñez de Victoria y Silvina Ocampo, no parecen haber hecho mella en sus vidas; las dos trataron no sólo de independizarse de ellas, sino que buscaron, sin títulos, un horizonte en el mundo literario. Sí hay que señalar que fue muy distinta la infancia que vivió una y otra, porque según Vázquez, a Victoria, "desde su nacimiento se la consideró una princesa; es más, la llamaban ‘la infanta’", en cambio Silvina "constituyó la última decepción de sus padres que buscaron con ansia el varón. el heredero".
Estudios y vida
Estudió pintura y dibujo en París. Se casó con Adolfo Bioy Casares y vivieron un amor tormentoso. Vázquez, que los trató íntimamente porque durante años acompañó a Jorge Luis Borges, inclusive en viajes al exterior y pudo familiarizarse con su vida íntima, afirma que fue Bioy quien "en los primeros años de vida en común (alrededor de 1934 o 1935) –años felices para ambos- la instó a escribir. Ella le leyó unos versos sueltos del libro que después titularía "Enumeración de la Patria’ y él le rogó que en vez de pasar las tardes dibujando o pintando, escribiera. Bioy tuvo la intuición de estar frente a una verdadera escritora, mejor aún, frente a un talento que necesitaba desarrollarse".
El casamiento tampoco fue bien visto por los familiares, porque ella le llevaba once años: se casaron el 15 de enero de 1940 en Las Flores, cerca del campo de los Bioy; fue una decisión rápida; entre los testigos estuvo Borges que pasaba con ellos una temporada en el campo. El acta de casamiento ha llevado a confusión sobre la fecha de nacimiento de Silvina, porque ella transformó el 1903 en 1908 para disminuir la diferencia de edad.
El matrimonio osciló permanentemente entre la armonía y la tormenta; el motivo central fue que Bioy era un seductor nato, un Don Juan con necesidad compulsiva de seducir. Vázquez relata que "una vez me sorprendió en su cuarto, cerca de la ventana, observándome en el espejo. Al verme, sonrió y me dijo una de esas frases antológicas que soltaba de vez en cuando:’ Vos sí que podés mirarte en el espejo porque todavía no has llorado demasiado’".
Su obra literaria
Silvina obtuvo varios premios por su labor literaria: en 1945 se le adjudicó el Premio Municipal de Poesía por "Espacios métricos"; en 1953, el segundo premio Nacional de Poesía por "Los nombres"; en 1962 el primer premio Nacional de Poesía con "Lo amargo por dulce". Tuvo además otros premios importantes: Francia la condecoró con la Órden de las Artes y de las Letras, en el grado de Comendador y la Municipalidad de Buenos Aires la declaró Ciudadana Ilustre en 1990.
Pese a sus grandes premios en poesía, es probable que exista cierta preferencia por su obra en prosa, especial por sus cuentos.; al respecto Pedro Orgambide afirma que en ellos nos brinda "no una tajante distinción entre lo hermoso y lo feo, entre lo vil y lo noble, sino una curiosa coincidencia de los opuestos; no un Buenos Aires reproducido con mínucia fotográfica, sino una ciudad cotidiana que reconocemos y que a la vez resulta insospechada. Por improbables que sean sus anécdotas, Silvina Ocampo no quiere deslumbrar a su lector con una irrealidad que le sirva de refugio. En sus versos y narraciones, calles, gestos, palabras son los de nuestro contorno, pero en cada uno de ellos se precipita químicamente la maldad, la abnegación, el amor o el vicio".
Noemí Ulla, en el prólogo a "Viaje olvidado" reeditado recientemente, afirma que "ocupa un lugar de privilegio entre las escritoras del Río de la Plata, por la audacia de su imaginación y la particularidad de su escritura tan cercana en alguna época a Borges y a Bioy como a Juan Rodolfo Witcock, a Armonía Somers y a Alejandra Pizarnik".
La literatura infantil
Una faceta interesante en la literatura de Silvina Ocampo es su exitosa incursión en la literatura infantil. En las décadas de 1960 y 1970 se observa una fuerte presencia de la mujer que, desde un nuevo enfoque da importancia a la producción destinada al mundo infantil.
Normí Ulla, en un trabajo anterior señala que "Buena parte de sus cuentos incluye aquellos escritos para los niños, donde los recursos de la narración típica maravilla presentan procedimientos como el de la metamorfosis, en ‘La naranja maravillosa’ o en ‘El caballo alado’ escrito en castellano e inglés".
Enrique Pezzoni, buen conocedor de su obra, señala en "A manera de prólogo"" de "La naranja maravillosa" que "en las historias de Silvina Ocampo, la presencia inmediata de lo maravilloso se ofrece a los niños como la pura alegría del reconocimiento, ajena a toda maniobra de persuasión: los niños corroboran la existencia de un orden para ellos habitual sin que los aliente la promesa de recompensas ni los intimide la amenaza de aventuras aleccionadoras (es decir, partidarias del orden adulto".
Concluye afirmando que sus personajes "no parten de una teoría sobre el mundo ni obligan a la realidad a ajustarse a sus cálculos: deseo no es un cálculo. Para ellos, la realidad, ES un acto de creación y de conocimiento, una operación mágica sin ambición de dominio.
"El niño es dueño de un orden autónomo, con un tiempo y un fluir exclusivos, como los del poema, frente al cual sólo nos queda a los adultos la nostalgia".
María Noemí Balbi de Cerusi afirma que "se trata de una doble posición iluminadora que atraviesa el campo literario: la de los textos escritos por mujeres y la de los textos destinados a los niños, cuya novedad tiene que ver con la instauración de nuevas matrices de sentido a favor de otra visión de lo femenino y de la infancia, diferente de la canónica e infalible, generadas por culturas marcadamente patriarcales.
"Bajo estas condiciones de producción es que se escucha una voz femenina y singular. Es la voz de Silvina Ocampo que incluye en la serie literaria infantil personajes femeninos que atraviesan las fronteras de la tradicional división de géneros y circulan por la ficción ‘haciendo cosas extrañas’ que provocan incertidumbre en el lector".
Su obra
Unos treinta libros conforman su producción literaria. A los poéticos ya mencionados se suma Poemas de amor desesperado de 1949, Entre los cuentos recordamos Viaje olvidado y Cornelia frente al espejo, ambos de 1937, Autobiografía de Irene de 1948, La Furia , de 1959, Las invitadas en 1961, Y así sucesivamente en 1987 y los días de la noche de 1990.
En 1962 escribió con Adolfo Bioy Casares "Los que aman odian, novela policial.
En 1940 publica con Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casres "Antología de la Literatura Fantástica" que se reeditó ampliada en 1965
En 1946 publicó "Antología de la poesía argentina".
En 1956 había publicado con J.R. Wilcock :"Los traidores", obra de teatro en verso.
Es evidente que su generosa obra a la que suma una calidad innegable le da razón a Noemí Ulla cuando afirma que Silvina Ocampo "ocupa un lugar de privilegio entre las escritoras del Río de la Plata" y explica también el interés que han despertado las reediciones de sus cuentos y poemas en los últimos años. (CH. A)
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