julio 03, 2006

SEMANA DEL 02-07 AL 07-07 DE 2006

HABLÁNDONOS SERIAMENTE

Sobre la competencia y la envidia

Lo pregunto a los amigos: ¿Por qué desperdiciamos la vida compitiendo, insanamente, con aquello que hace o tiene el otro? ¿Por qué la envidia y la inseguridad, si cada uno es sólo lo que es?
Es un hecho –que no es difícil comprobar-, que la vida de cada uno puede ser tan corta o tan larga como el azar lo disponga. Y que son muchos aquellos que intentan hacerla tan miserable como les sea posible. Y que a veces, además, siempre lo consiguen. Y que detrás de sus inquinas hacia nosotros siempre asoman los monstruos de la competencia y la envidia.

Dicen que Miguel Angel (para rellenar esta líneas y ya que el hombre hizo tantas cosas importantes), se quejó amargamente en el último instante de su vida de haber desperdiciado su tiempo en tantas cosas que recién en ese momento final consideraba inútiles. No se refería a sus obras de arte, a sus estudios como arquitecto, a sus pinturas, ni a todo lo que había aprendido... hablaba de todo aquel tiempo de vida que desperdició compitiendo con los demás.
Sus biógrafos son contundentes al respecto y los datos históricos lo confirman, ya que aquel genio –por siempre recordado por la humanidad- era enfermizamente competitivo y envidiaba el talento de los demás. (Extraña contradicción ya que él mismo era un genio.) En su tiempo –nos cuentan sus historias- no soportó ni siquiera la presencia de otros, que como Da Vinci, compartían su talento y sus propias búsquedas. Aquellas que como ahora sabemos, cambiarían la trama histórica de los tiempos que vendrían. Miguel Angel no cambió o no pudo y sintió –en el último momento de su vida- cuan corta había sido esta para él y cuanto de ese tiempo había desperdiciado en competir y en envidiar.
(El artista murió a los 84 años y quienes quieran saber más sobre este personaje, recurran a sus biografías, que circulan normalmente por las librerías o en los canales de documentales históricos.)
Pero no es solamente esto lo que nos llama la atención. No estamos hablando de Miguel Angel y él es sólo un ejemplo.
¿No estamos muchos de nosotros –los auténticamente convencidos de la inutilidad de la insana competencia- ya cansados de los ejemplos que nos rodean?
Quiero aclarar por experiencia personal que, llegar a ese primer convencimiento (que toda competencia y envidia es una enfermedad basada en la inseguridad), nos lleva tratar de ocuparnos de lo nuestro con dedicación y cierta pasión... Luego el tiempo nos ayuda a convencernos de aquello de que la vida es corta – y en verdad- que es demasiado corta. Y que, digámoslo, sólo se vive una vez. Y que...
Pero bueno, expresamos nuestra opinión, y decimos: Qué quienes compiten despiadadamente, por los enfermizos motivos que sean, hacen como ciertas especies de primates (los macacos), que son tan singularmente inseguros, que su única ocupación diaria no es tratar de ser mejores sino hacerle miserable y en lo posible destruirle la vida a todo aquel que lo rodea o se le acerca. ¿Vieron algunos de estos días lo que vomita la televisión, sobre los televidentes, sobre lo que sucede en el mundial de fútbol de Alemania?
Nada constructivo, como sabemos, surge de este tipo de comportamiento. Los macacos lo saben, más que nadie, porque lo viven en carne propia.

Y no quisiera mencionar más puntos de vista propios. Espero los de ustedes. Por mi parte sólo cierro los ojos y recuerdo a tantos, especialmente del ambiente intelectual, que siento pánico.
Insisto: espero sus propias opiniones. Juan Bazán

DE BÚSQUEDA EN LOS ANAQUELES

Retrato novelado de Henry James por Colm Tóbín
De reciente aparición es The Master: Retrato del novelista adulto, en traducción de M.I.Butler de Foley, editada por Edhasa.

Ernesto Schoo dice acerca de este texto:
"El irlandés Colm Tóibín (1955) juega aquí una apuesta riesgosa: hacer de Henry James, maestro de narradores, el protagonista de una ficción inspirada en su vida y obra. Ni biografía ni memorial, ni ensayo, aunque no puede esquivarlos del todo: la novela de un novelista. El empeño no es menor y si bien el resultado no está a la altura de la propuesta, la nobleza del intento redime en parte el fracaso.
Porque nada hay en The Master: Retrato del novelista adulto que el cultor de James o el novicio curioso no encuentre en la insuperable biografía de León Edel: veinticinco años de trabajo, cinco tomos (luego condensados en tres, dos y hasta uno solo), una investigación exhaustiva que participa por igual de la historiografía y la arqueología, la interpretación crítica, la reconstrucción de épocas (James vivió entre 1843 y1916) y la conjetura poética".
Más allá de las líneas anteriores, lo alentador, es que aún hay escritores que siguen ocupándose de James. Lo cual tiene su importancia ya que se trata de uno de los progenitores inmediatos que tiene la novela moderna. Su importancia, en todo escritor contemporáneo, siempre se puede detectar a simple vista cuando se conocen algunas obras claves de este autor.

Borges en Introducción a la literatura norteamericana lo analiza y en el párrafo final de su nota dedicada a este dice: "Descreyó de una solución ética, filosófica y religiosa de los problemas esenciales; su mundo ya es el inexplicable mundo de Kafka. Pese a los escrúpulos y delicadas complejidades de James su obra adolece de un defecto capital: la ausencia de vida."
Claro que James jamás fue Stevenson, que sostenía el criterio de una literatura basada en la narración de hechos (la acción, el movimiento, la aventura), mientras que él buscaba fijar las constantes de su obra en la fina trama creada por la psicología de los personajes retratados. Su percepción fue tan profunda que siempre la transmite al lector (sugerimos recordar la constante presencia de esta forma de mirar lo interior de sus personajes en el clásico Otra vuelta de tuerca); y, en general, sabemos que aún apasiona como ejercicio de fondo y forma narrativa a todo aquel escritor que luche por plasmar climas mentales que son recurrentes en las obras de este autor. Y es en este sentido, que desde la mitad del siglo pasado, su influencia se fue apropiando en gran medida de la literatura mundial, incluso en lo poco que se produce en nuestros días. Como en sus textos: de manera sutil y subterránea.
Debemos recordar que el cine acercó a la gente muchas obras del maestro Henry James y que, en general, es el publico masivo quien más desconoce la obra de este autor clave aun cuando lo consuma a través de otros medios de comunicación.

En uno de los ensayos de La infancia perdida, Graham Greene puntualiza bajo el título La Lección del Maestro que: "Ningún escritor ha sido víctima de críticas más erróneas que Henry James (...) como la de un hombre cobardemente apartado de la 'vida real' en una torre de marfil donde se contentó con retratar hermosamente la fachada de la vida civilizada. Esta falsa descripción incluye no poca superficialidad y deshonestidad intelectual (...) James necesitaba expresar su visión de las crueldades y engaños que hay debajo de las relaciones civilizadas. Era un puritano, con gran olfato para detectar el infierno, tan religiosos como Buyan y tan violento como Shakespeare. La vida es violenta y el arte tiene que expresar esa violencia: no se puede eludir el suicidio de Hyacinth Harvey, la traición de Milly Theale, la estafa de Gray. Quienes se quejan de que los hombres y mujeres de James nunca alcanzan el punto final de un proyecto olvidan que a menudo llegan al grado del suicidio, de adulterio e incluso el asesinato. Su queja es la mejor prueba de la eficacia del método descrito pro James en los prólogos a la edición completa de sus obras. La novela es por definición dramática, pero no tiene por qué ser melodramática, y el problema de James era admitir la violencia sin volverse violento. No debía permitir que la violencia impusiera su tono (esos es melodrama), sino que lo extrajera de todo el resto de la vida; tiene que ser controlada y, por encima de todo, no debe ser súbita e inexplicable. La violencia que él analizaba no era accidental; era corrupta; procedía del infierno y por lo tanto debía ser plenamente comprendida. De lo contrario se perdería el fondo moral. Esto también ayudó a determinar su método, pues para una comprensión completa, a menos que el autor se consintiera pesadas explicaciones (perogrulladas), el lector tenía que ver el relato desde dentro, en el interior de una conciencia que James maneja con inusual inteligencia."
G. Greene 1951, en castellano publicado por primera vez en 1986.

DATOS SOBRE HENRY JAMES

(Nueva York, 1843 - Londres, 1916)
Novelista estadounidense nacionalizado británico. Cursó estudios en distintos países europeos. En París conoció a Flaubert, a Daudet y a
Maupassant. Radicado en Gran Bretaña, sus primeras novelas exitosas
fueron Roderick Hudson (1876), Daisy Miller (1879), Washington Square
(1881) y El retrato de una dama (1881). Sus preocupaciones literarias
se basaron en los contrastes entre Europa y América y en temas
genuinamente ingleses: La musa trágica (1890), Lo que Maisie sabía
(1897). Alcanzó la madurez con sus libros Otra vuelta de tuerca
(1898), Las alas de la paloma (1902), Los embajadores (1903) y La
copa dorada (1904). Reunió sus impresiones de un viaje a EE.UU. en
1904 en El escenario americano (1906). Como señal de protesta por la
actitud del gobierno estadounidense de no intervenir en la Primera Guerra
Mundial, adoptó la nacionalidad británica.

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