El 4 de septiembre de 1957 aparece el primer número, que presentaba en sus páginas a El Eternauta, una historieta de ciencia ficción escrita por Héctor Oesterheld y dibujada por Francisco Solano López.
En ese universo de papel y tinta de la infancia sucedía o siguiente: Son las tres de la madrugada. En Vicente López, Provincia de Buenos Aires, trabaja Germán, un guionista de historietas. La silla vacía frente a él cruje, como si alguien se sentara. Lentamente, un hombre va materializándose, ante el estupor de Germán. Corre el año 1957. Dice ser El Eternauta, según lo llamó un filósofo de fines del siglo XXI para explicar su condición de viajero del tiempo.
Comienza a contarle a Germán su historia: la invasión extraterrestre, la muerte, la resistencia, sucesos que ocurrirían dentro de poco tiempo. Es el futuro, es la historia de El Eternauta...
El eternauta -como ya sabemos-, es Juan Salvo, quien vive en Vicente López con su esposa Elena y su hija Martita. Una noche, como tantas, juega al truco en su casa con sus amigos, Favalli, Lucas y Polsky. De pronto, se corta la electricidad, notan un extraño silencio, todos los ruidos habituales de la ciudad han cesado. Nieva sobre Buenos Aires, copos fosforescentes, una nevada mortal que mata todo lo que toca. El grupo queda aislado en la casa, rodeado de muerte. Todavía no lo saben, pero ha comenzado la invasión...
Tras el éxito de ventas de las revistas mensuales Frontera y Hora Cero de Editorial Frontera, de Héctor Germán Oesterheld, deciden publicar una nueva revista semanal: Hora Cero Suplemento Semanal.
El origen según Oesterheld:
"El Eternauta comenzó siendo un cuento corto, de apenas 70 cuadros. Luego se transformó en una larga historia, una suerte de adaptación del tema Robinson Crusoe. Me fascinaba la idea de una familia que quedaba sola en el mundo, rodeada de muerte y de un enemigo ignorado e inalcanzable. Pensé en mí mismo, en mi familia, aislados en nuestro chalet y comencé a plantearme preguntas. Oesterheld mantenía un buen diálogo con sus dibujantes, dando a cada uno temas en los que se sintieran cómodos. El eternauta surge del interés de Solano López por hacer ciencia ficción (ya habían hecho juntos Rolo, el marciano adoptivo), y de trabajarla en una historia con un tono más realista".
El Eternauta se publicó hasta el número 106, de 1959. Se presentaba en tres páginas semanales, a tres tiras por página, por lo que su lectura era muy diferente a la experimentada por generaciones posteriores, que accedieron a la historia en las compilaciones en libro. En cada entrega la historia era dosificada para arribar al último cuadro creando suspenso, dejando al lector a la espera del próximo número. Rápidamente se convierte en un éxito de público. Un capítulo unitario apareció en el primer número de la revista Hora Cero Extra. Presentaba una historia paralela a la principal, con Elena y Martita enfrentando a un demente.
A la calidad e innovación de la historia hay que sumarle, como uno de los factores del éxito de El Eternauta, la decisión de Oesterheld de situar la acción en Argentina. Distintos lugares reconocibles por el lector se van sucediendo: las calles de Vicente López donde la historia de Juan se inicia, el combate de la General Paz, el estadio de River Plate, Plaza Italia, la estación de subterráneo, Congreso. Oesterheld hace accesible el imaginario de la ciencia ficción, un género que el público acostumbraba a ver en producciones extranjeras; hace posible su ubicación en el ámbito local, factible que sucedan esas historias que siempre se daban en otros lugares. Y lo hace en un tono realista, no en las formas paródicas o aventureras habituales. Pero parece haber también un clima local en la historia, que excede a su ubicación geográfica, algo que la aleja de la épica heroica de las expresiones populares del género. La delineación de los personajes, la idea de Oesterheld del héroe grupal, la forma de enfrentar la adversidad, su derrotero frente a una realidad avasallante, entre otros ingredientes, que hicieron que los lectores se identificaran y apropiaran de la historia.
El Eternauta ha perdurado, vigente, generación tras generación, para convertirse en el clásico de la historieta argentina.