ENTRE LA ADMIRACIÓN POR GUSTAVO ADOLFO BEQUER, POETA DE SENSIBILIDAD EXQUISITA, Y EL MISTERIO DE LAS DANZAS ARABES SE DESENVUELVE ESTE ESTUDIO DE LUCIANO ENRNESTO BAZAN. UN JOVEN CORDOBES QUE FRECUENTA LAS REALIDADES BRUTALES DE UNA GUARDIA DE HOSPITAL -CASI DIARIAMENTE- CON ESTAS ENSOÑACIONES DEL CONOCIMIENTO... ESE QUE BUSCA LA BELLEZA EN TODOS LADOS Y SE MANIFIESTA EN SUTILES MOVIMIENTOS Y EN SONIDOS DE LAS MIL Y UNA NOCHES. EL ESTUDIO HABLA POR SI MISMO. A LUCIANO (POR HIJO) LE AGRADECEMOS EL COMPARTIR SUS INQUIETUDES EN EL CONOCMIENTO DE ESTOS TEMAS.
ESPERO QUE LES INTERESE.
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¿Quién es la ninfa...?
¿Quién es la ninfa de inmortal belleza
Que al dulce son de la agradable lira,
Con célica esbelteza,
Danzar el alma arrebatada mira
Y entrega al vagaroso
Viento la trenza del cabello undoso?
¿Quién es la que la blonda cabellera
De rosa ostenta y de laurel ceñida;
La que hiende ligera
El espacio (sutil), y descendida
Parece de la altura
Su belleza inmortal y su hermosura?
¿Quién es la que, ceñida el blanco velo,
En torno muestra la nevada frente?
¿ La que en rápido vuelo
Cruza y esbelta entrégale al ambiente,
Con grata donosura,
La cándida, flotante vestidura?
Desde la pura y celestial morada
Del Olimpo parece descendida;
El fuego, en su mirada,
De la lumbre inmortal brilla encendida,
Y en su mejilla hermosa
El color del jazmín y de la rosa.
Como a orillas del lago cristalino
Se doblega la caña silbadora,
Su talle, peregrino,
Se mece, es la gracia que atesora
Y la presteza tanta,
Que apenas toca el suelo con la planta.
El fuego del amor arde en sus ojos,
El carmín de la rosa en sus mejillas
Se muestra, y en los rojos
Labios divinos de su boca brilla
Sonrisa encantadora,
Que roba el corazón y lo enamora.
G. A. Bécquer.
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Danzas orientales: El arte de los mil y un encantos.
Por LUCIANO ERNESTO BAZAN
Breve historia y generalidades
Introducción:
La mitología griega nos habla de la existencia de unas deidades inferiores que, al servicio de los dioses, poblaban la naturaleza; ellas recibían su nombre del lugar de la naturaleza en el cual habitaban. Estamos hablando de las ninfas. Estos seres eran designados en la lengua de origen como Nýmphe; así eran denominadas estas muchachas jóvenes y bellas, descriptas como carentes de pudor, y de mirada cautivante. Estas jóvenes eran dueñas de una longevidad envidiable, y se les llegó a consagrar algunas ceremonias y celebraciones.
Las ninfas tenían varias facultades; pero la que hoy nos llama más la atención, es la de iluminar a los poetas. Gracias a ellos y a otros creadores (como pintores y escultores), las ninfas han sido símbolo de inspiración, manteniendo su mito vigente a través de los tiempos.
Valiéndonos de uno de los inmortales versos del poeta sevillano Gustavo Adolfo Bécquer, titulado ¿Quien es la ninfa?, podemos introducirnos en el mágico mundo de las danzas árabes; en este poema, el autor ha logrado establecer una relación entre la ninfa como representación de la belleza femenina, y la figura de una bailarina de este tipo de danzas.
Panorama histórico.
La etimología de la palabra Odalisca, término con el que se define en la actualidad a una bailarina de danzas árabes, proviene de los términos Odaliq y Odalisque; el primer término, Odaliq, proviene del turco, más precisamente de la Turquía otomana, y se utilizaba para definir básicamente a una esclava al servicio del sultán. En cambio, el término Odalisque proviene del francés.
En la antigüedad, los cantantes, músicos y bailarines eran esclavos; aunque esta condición social, con el paso del tiempo fue cambiando, los intérpretes de estas disciplinas nunca lograron escapar del todo al estigma o la marca de la esclavitud pasada. Si bien muchas mujeres de los países árabes aprenden y practican este tipo de danzas, aun desde muy pequeñas, solo son llevadas a la práctica en fiestas y reuniones familiares, siendo muy pocas las que se animan a practicarlas en forma profesional. Las bailarinas no son portadoras de una buena imagen pública en la sociedad tradicional musulmana.
En épocas remotas y lugares tan distantes entre sí como Egipto, la Mesopotamia, la India, Arabia, Fenicia, Turquía, Siria, Grecia e incluso Roma, se practicaban danzas femeninas, relacionadas con la fertilidad y la sexualidad; muchas de estas danzas se realizaban como parte de ceremonias en honor a diosas como Afrodita, patrona griega de del amor y el erotismo. En estos rituales, las mujeres llevaban a cabo danzas eróticas (basadas en la rotación de las caderas y el vientre), las cuales eran acompañadas por cantos y percusión.
A través de estas danzas, las mujeres entraban en trance, poniéndose en contacto con la deidad a la cual se rendía culto, buscando de esta manera adquirir su poder; en algunos de estos rituales, las mujeres participantes se ofrecían a los hombres, en honor a la divinidad, mientras que en otras ocasiones, ellos eran excluidos.
En el siglo IV después de Cristo, cuando el Islam y es Cristianismo dominaban Medio oriente, la situación cambia; se adaptan determinados ritos paganos a la nueva concepción de religión, dejando de lado muchos otros. Entre ellos, todos los cultos paganos a la fertilidad y la sexualidad son condenados, entre ellos, el de la danza femenina.
Los orígenes.
Podemos destacar que las actualmente llamadas danzas árabes son consideradas como una de las expresiones artísticas más antiguas del planeta; si bien no son puramente árabes, ya que combinan elementos de varios países de medio oriente y del norte del continente africano. Su origen concreto es más bien incierto.
En el mundo árabe se conoce como Raks Sharki a las danzas orientales, las cuales poseen un estilo abundante y refinado. Estas incluyen movimientos de la danza folklórica egipcia, y de la danza contemporánea y clásica, en la cual son protagonistas los grandes desplazamientos, las vueltas y movimientos de diferentes partes del cuerpo.
Es importante diferenciar el Raks Sharki de las danzas del pueblo, denominadas como Raks Baladi, que es más elemental, siendo el primero más complejo; en ambos estilos, los movimientos de cadera son lo más importante.
En Egipto, durante el siglo XIX, existían dos tipos de bailarinas: Las Ghawazee o gitanas, que acompañadas de una pequeña orquesta, según los usos y las costumbres locales, danzaban en espacios abiertos y para un público de clase social baja. Las Awalin, al contrario, aparte de bailar, recitaban poesía y cantaban, razones por lo cual gozaban de cierto respeto y prestigio público. Sus presentaciones tenían como lugar las viviendas particulares de personajes importantes y de gran poder adquisitivo. Además, el grupo musical que acompañaba sus presentaciones era más numeroso. En ambos casos, los bailes se basaban en la improvisación.
En la misma época, los viajeros europeos que visitaban sitios exóticos en busca de paisajes, costumbres y culturas diferentes, descubren este tipo de danzas, rindiéndose ante movimientos de vientre y cadera nunca vistos en sus tierras. De allí surge el nombre de Danza del vientre o Belly Dance.
Corría el año 1930, y en Egipto las danzas árabes solo se bailaban en las casas de familia o en los cafés; entonces surge una mujer libanesa llamada Badia Mansabni, la cual instala en El Cairo el célebre salón de fiestas llamado Casino Badia; el mismo ofrecía a los asistentes números de baile, al igual que comediantes, músicos y arte europeo.
En este espacio, el Belly Dance ocupa por primera vez un lugar en un escenario mayor; se incorporan al estilo elementos de otras danzas, incluyendo la danza clásica. Se trabaja con entrenadores europeos y muchas bailarinas solistas se destacan por su destreza. Se impone el traje de uso actual , de dos piezas, con pedrería y flecos, inspirado en el modelo impuesto por las películas norteamericanas. En esta época, la industria cinematográfica hizo muchas películas protagonizadas por bailarinas o con escenas de danzas, logrando grandes éxitos de taquilla. Además, muchas de las artistas descubiertas en este espacio se convirtieron en grandes estrellas gracias al cine.
La Danza de los siete velos.
De todas las variantes del Belly Dance , la que despierta mayor curiosidad en la gente es la conocida como Danza de los siete velos. Podemos rastrear el origen de dicha danza en la mitología babilónica: allí se narra como Ishtar, deidad del amor y la fertilidad, enamorada de Tamy (o Tamuz, dios Sumerio- babilónico de las cosechas), quien pierde la vida y es llevado al reino de Hades, submundo al que iban los muertos. Se cuenta que, inspirada por el anhelo de encontrarse con su amado, ella cruzó los siete portales del submundo, guiada por su corazón como única brújula, dejando en cada uno de ellos un velo o una joya.
Muchas versiones referidas al génesis de esta danza le atribuyen a Salomé el haber sido la primera en practicarla; además, de todas las danzas mencionadas en la biblia, este número es el más famoso. Cabe recordar la historia de Salomé (femenino de Salomón), hija de Herodías, quien habría bailado para el rey Herodes una danza de gran sensualidad a cambio de la cabeza de Juan el bautista; probablemente, es posible asociar esta danza a la de los siete velos. No existe evidencia histórica de que la danza ejecutara por la bailarina fuera la citada (ni ninguna otra danza oriental); es más, en el texto bíblico no se menciona siquiera el nombre de la bailarina, si bien se aclara que se trata de la hija de Herodías. La idea de que se tratara de un número de danzas orientales surge de Oscar Wilde, en una obra de 1907, referida al tema. En los textos bíblicos, se describe este hecho bajo el título de Muerte de Juan el bautista.
La literatura
Existe una rica literatura que hace referencia a la cultura y las danzas orientales. En ella se junta a magos , espíritus fantásticos, genios, lugares de leyenda e incluso personajes históricos, tales como el Califa Harún Al Rashid, de la dinastía de Abasidas, conocido en la cultura occidental como un personaje real dentro de la historia de Simbad el marino; todos estos personajes se unen en Alf Layla Wa- Layla, también conocido como Las mil y una noches. Esta famosa recopilación medieval de cuentos árabes se halla compuesta bajo el modelo de una historia dentro de otra historia, casi como si se tratara de una caja dentro de otra caja. La obra proviene de la colección persa Hasar Afsana (o mil cuentos), la cual habría sido traducida al árabe en el siglo X. La narración comienza cundo el Sultán Schariar descubre que su mujer lo traiciona, asesinándola. Considerando que todas las mujeres son iguales, el Sultán ordena a su visir el conseguirle una mujer por día, a la cual ejecutará a la mañana siguiente. Este terrible designio es quebrado por la princesa Shahrazad o Sherezada, hija del visir, quien se ofrece como esposa del Sultán; ella trama un astuto plan y lo ejecuta logrando entretener ingeniosamente al monarca, contándole un cuento que no concluye en una noche; así, el rey decide suspender la ejecución hasta saber el desenlace. Al final, ella da a luz a tres hijos, y después de mil y una noches, recibe el indulto y todos viven felices. Esta historia permanece a través del tiempo como símbolo de la astucia y la voluntad de la mujer, que a pesar de no poder elegir su destino cambia su desgracia en fortuna.
Las danzas orientales no podrían estar ausentes en una obra de estas características, tan llena de intensidad, magia, fantasía y erotismo. Tomemos como ejemplo a uno de los cuentos que más ha circulado en nuestro mundo occidental: Alí Baba y los cuarenta ladrones; este relato fue incluido a la compilación del siglo XVIII por Antoine Galland, quien lo escuchó de un cuentista en Siria, juntamente con Aladino y la lámpara maravillosa y Simbad el marino.
El relato cuenta que en algún lugar de Persia vivía el humilde leñador Alí Baba, quien, en una de sus incursiones al bosque, descubre una cueva en la que una banda de forajidos esconde incontables tesoros, producto de sus hurtos, a la cual acceden mediante la invocación de una palabra mágica.
Este hallazgo sumará a la vida del protagonista el tener que enfrentar diversas peripecias y dificultades: el tener que enfrentar la insensatez de su esposa, la envidia de su hermano y cuñada, sin contar con la furia de los malhechores, los cuales ven peligrar su fortuna.
Dentro del tema que nos ocupa, se destaca la figura de Morgiana, una joven esclava heredada por Alí Baba tras la muerte de su hermano, en manos de los forajidos. Morgiana es descripta como valiente, inteligente, prudente, confiable y dotada de sentido común. En la narración ella siempre se las ingenia para hacer pasar desapercibida la fortuna de su nuevo amo, logrando a su vez desbaratar una y otra vez los planes de sus oponentes, los cuales van muriendo de una forma u otra a lo largo del relato.
En cierto momento, solo queda con vida el capitán de la banda, el cual haciéndose pasar por un mercader, se gana la amistad del hijo de Alí Baba, logrando que este lo invite a cenar. En ese momento Morgiana advierte que el mercader no es quien dice ser, al negarse a compartir la sal con sus anfitriones, para sellar un pacto de amistad entre ambos, como es la costumbre local.
Morgiana trama entonces una última argucia: se viste de bailarina, ocultando su rostro tras un velo, colgando una daga en su cinturón; así, monta un número de danza con la complicidad de un percusionista, en el que muestra su destreza. El número se lleva cabo con normalidad, hasta que, en determinado momento, la esclava utiliza uno de sus movimientos para matar al impostor, poniendo fin a la amenaza del último de los ladrones.
Gracias a sus valientes y loables acciones, Morgiana no solo gana su libertad, sino que además termina felizmente casada con el hijo de Alí Baba.
No podemos dejar de lado la obra poética del sacerdote católico Juan Arolas, natural de Barcelona; el mismo, en el siglo XVIII compuso una obra cargada de fantasía y ensueño: los Poemas orientales. En los mismos se describen escenas de amor y de aventura, las cuales, teniendo como protagonistas habituales a sultanes, odaliscas y piratas, transcurren entre el caluroso desierto y los ambientes refinados de una lujosa corte al mejor estilo oriental.
Conclusión
Los pueblos de la antigüedad habían desarrollado su cultura en base a la observación de los fenómenos que los rodeaban y las experiencias vitales de la vida en comunidad. Es por eso que muchas de sus ceremonias y rituales se generaban desde un aspecto práctico. Como ya hemos dicho, eran frecuentes las ceremonias en honor a la mujer y la fertilidad, a las cuales se le atribuían poderes mágicos. En estas culturas se asociaba en forma directa a la fertilidad con la tierra; es por eso que el propósito de las danzas rituales era atraer el poder de las deidades relacionadas a la fertilidad, favoreciendo la procreación.
La relación entre la naturaleza y el culto a la fertilidad era estrecha; es por eso que los lagos, ríos, montañas y bosques eran, según la mitología griega, el hábitat de los espíritus femeninos a quienes definían como ninfas. Entonces vale la pena retomar el texto de Bécquer, en el cual se traza un claro paralelismo entre la figura de una bailarina de danzas orientales y la de una ninfa.
Las danzas orientales pueden considerarse como síntesis de femineidad. El poeta nicaragüense Rubén Darío se expresó al respecto diciendo que "El eterno femenino puede tornar humano lo divino". Espiritualidad, belleza, salud, arte y armonía forman parte de esta expresión artística que, según la temática de sus pasos, combina movimientos rápidos o solares, que expresan alegría, con movimientos lentos o lunares, que manifiestan tristeza. Inclusive, en muchas ocasiones, los movimientos que las odaliscas realizan con sus brazos representan el vuelo de las aves. Su forma de avanzar por la pista de baile guarda un determinado simbolismo: el de representar los cuatro puntos cardinales. Las odaliscas danzan sobre la tierra, logrando así una conexión directa con ella.
En síntesis, el Belly dance ofrece a la mujer un camino único e invalorable la integración física, espiritual y emocional; una gran oportunidad para aprender sobre su propio cuerpo, y disfrutar de ellas mismas, recuperando los orígenes sagrados de la femineidad.
Fuentes de la investigación:
El maravilloso mundo de la danza. Haskell (Ed. Aguilar).
Diccionario enciclopédico Larousse ilustrado (2006).
Diccionario popular de la biblia. J. Rojas (Unilit).
Las mil y una noches (Ed. Lord Cochrane).
Cuentos de las mil y una noches (Ed. Acme SACI).
Rimas y poesías. G. A. Bécquer.
Wikipedia.