junio 03, 2009

IDEA, UN RELATO POR SUSANA ROZAS


La poeta y escritora rosarina Susana Rozas nos ha permitido la publicación de este relato: Idea.
Ella es una de las autoras “made in argentina” que realmente juega con el lenguaje –que se le anima al leguaje-, en un nivel donde “lo literario” se convierte en esencia y razón de ser del medio de expresión. Dejarse avasallar por las imágenes que brotan y brotan de los signos que cobran vida en el relato –sabiamente acomodados por la autora en el texto-, nos introduce a una experiencia que huele a un perfume apenas percibido por aquellos que oculta la memoria, pero que al mismo tiempo es tan fuerte, que nos hace brotar algo emocional como cualquier recuerdo laboriosamente olvidado. Lo anterior –quiero aclarar- es sólo un punto de vista personal... nos queda invitarlos a la lectura de este texto y agradecer a Susana el compartirlo con ustedes. (J.B).



***



Idea

-Podríamos llegarnos hasta Santa María- dijo el último que se encuadró en la puerta, demasiado conocida, usada, abandonada por cada uno. Negamos con una mueca o agachando la cabeza; nadie se atrevió a hablar en toda esa tarde desconocida, en una hora sucia, equívoca.
-Pero entonces qué esperan. Sólo escuchar un tango relamido?.
Nada. Pedimos otra vuelta.
No se sentó, desde donde estaba habló: - ¿Idea?

......

-Es hermosa, parece La Dama de las Camelias!!!!-
-Error; parece Bárbara Mugica-
-Sí- tenía razón, sencillamente asentí-.

Blanca como los papeles que tenía en su mano, desde donde no podíamos sospechar lo escrito; la escritura suya dolorosa y anticipada. La escuchamos en la sala: poemas testamentarios. Seria y ronca en un espacio festoneado de cuadros, donde alguien borroneó coloridos cuerpos de mujeres escuálidas; apagaban el anochecer anodino, rompían la monotonía de paredes antes calladas.
Cuando llegaba al último verso, agradecía, sin mirarnos.
Cada otoño, como una obra incompleta, la sala presentaba su aparición y la lectura.
Fuimos incorporando su ritmo, su color de voz y como chicos que rezan sin sentido, memorizábamos…
La noticia llegó hasta sus tobillos, impecable y la dejó andar. Ni siquiera la pisoteó.
…………………………………

No hay ninguna esperanza
de que todo se arregle
de que ceda el dolor//
esta desesperada
esta vana infinita soledad
la conciencia//
la horrible tristeza
y ese desapego
porque estoy de paso//
qué extraña historia es ésta
por qué la soportamos//
llueve
tantos años
que llueve//.


Salí a la enfurecida noche y esperé que me devorase que me pervierta, inocentemente.
Me sentí, nos sentimos tan cobardes de abandonarla, pálida, sin mirada; masticando ese ritmo.

……..

Había logrado cubrir con ese olor la esquina en ochava de su casa; sumaba lavanda, incienso, tabaco; rondando un espejo de años amontonados, callando los días. Simplemente pintada.
No, no era un aroma, era un escudo. De familia.
Juan quedaría en el marco casi tiznado de azogue anterior?

Hasta cuando los gestos//
las señas las palabras
la máscara atroz//
como un techo divino
vivo y muerte//
ese pedazo de amor viviendo
encerrado en el óvalo de oro//

………………….

El televisor ronroneaba un partido de fútbol y nos hipnotizó durante un rato esperábamos la gastada película con Steve Mc Queen por una apuesta casi caduca.
-Juan se casa- dijo cuando llegó, en el segundo tiempo.
Intuíamos el bochorno y la impotencia de evitárselo (a ella), sólo que intentamos no pensar.
La revista con la programación estaba desactualizada; repitieron el partido.
Nos ahogó el silencio, la complicidad y el tango cantado por Edmundo Rivero.

………………

Pasamos sin mirar la esquina que nos tentaba con el olor pero no a la vista. Fuimos al departamento del único que aún conservaba absurdamente su soltería.
-Juan se casa, por tercera vez!!!
-Julita?
-No, está loca. Con su prima-
-Y ¿Idea?.
Ninguno quiso opinar; sabíamos todas las preguntas que estábamos compartiendo; algunas respuestas las intuíamos; otras dejábamos que el azar nos sorprendiese como un atávico consuelo más.
Y el insipiente consuelo de su poesía, desde donde nívea nos aseguraba que Juan estaba en el marco familiar; en el inventario de lo que no se delega. Como una pertenencia lastimosa y sólida él seguía allí, dándole el compás al poema eterno, inconluso, mayúsculo?
Inhóspito continuó:
-Se van a Europa.-
Trasnochamos, por inercia y avaricia. Odiábamos la claridad de la mañana en ese lugar pero la esperamos, la buscamos para sentirnos menos cobardes.
………………………..


Quisiera estar en casa
estar muerta y sin palabras
quisiera estar dormida entre la tierra//
entonces no soy nadie//
después
igual
sin mí
seguirá hacia su fin
la larga historia//
no te veré morir//
no habrá un final feliz
ni un beso interminable.

La vimos irse en la más implacable de las madrugadas.
Quedamos asustados, perseguidos y dudosos; pero sin culpa.
Idea se la llevaba junto a la valija y esas ropas indiscretamente coloridas de futuro. Con esos ojos nuevos que no nos reconocieron en el alba.
……………………..

Esa noche venturosamente, repetían la película postergada. Nadie llegó tarde ni esperó un tango.

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Texto escrito el 21 de marzo de 2009, Rosario.



(Con desmesura y perdón corrieron los mails: el 28 de abril de 2009, moría Idea.
Me sobresalté).



© susana rozas

Susana Rozas es:
Profesora en Lengua, Literatura y Latín. Ejerce la docencia.
Directora de la revista "Nuestro Laberinto" y de la red "Trumao".
Coordinó durante 15 años un Taller Literario en la localidad de Los Quirquinchos (Santa Fe). Publica en revistas: poesías, cuentos y ponencias, la última aparecida en Albatros, de México.
Libros editados:
Sin Prólogo (Poesías, 1979)
El lado débil (Poesías, 1983)
Las palabras no pronunciadas (Poesías, 2000)
Caballo Bifronte (nouvelle poética en coautoría con M.J. Valenti, 2003)
Polifonía (novela breve, 2008)
Fue premiada por el prólogo "Funámbulo de la palabra" al Canto de la Mujerosa de René Villar. Tiene escritos tres libros sin editar. Se dedica a dar conferencias.

1 comentario:

Eleonora Marin dijo...

Excelente la forma de entrar en el mundo de onetti y de I.Vilariño; acertadísimos los poemas y el tono de los habitantes de santa maría. muy buen cuento.
eleonora M.